¿Viste ayer el discurso de mi President? ¿Te diste cuenta de que al fondo se veía una puerta abierta? La verdad es que me extrañó que Puigdemont escogiera un rincón como aquél para hacer su discurso ante las cámaras, con la de lugares y cuadros y tapices bonitos que hay en Palau. Pero, a medida que avanzaba su parlamento, lo entendí enseguida. No era casual, porque volvió a recordar a quien quiera escucharle ―que no es el caso de Rajoy y los suyos― que nosotros ―los catalanes― siempre tenemos una puerta abierta al diálogo. La hemos tenido abierta siempre, a pesar de las reiteradas negativas del Gobierno de Madrid, especialmente los últimos 7 u 8 años. Y, como dijo mi President, la mantenemos abierta ahora, aunque desde Madrid sólo nos lleguen portazos e improperios.
¡Qué distinta la actitud, qué distinto el mensaje que se emitió ayer desde el Palau de la Generalitat al que nos llegó desde el Palacio de la Zarzuela 24 horas antes! Hasta la puesta en escena fue diferente. El rey ―que sólo mostró voluntad de serlo de una parte de españoles― habló delante de un retrato de Carlos III a caballo con una especie de porra en la mano. ¡Cuánta sensibilidad por su parte ignorar a los heridos y avalar la actuación de su gobierno!
La historia recordará a Rajoy como el peor estadista de España de todos los tiempos ―con permiso de Aznar―, y este rey, el sexto de los de su nombre, apunta las mismas maneras. Deseo que sea sólo casualidad que suceda al Felipe que arrasó Catalunya en 1714.
#enespañoltelodigoparaquemeentiendas
Desitjo que sigui només casualitat que succeeixi al Felipe que va arrasar Catalunya el 1714.